Experimentar a mi Dios 1


Cuando estaba en mi primer año de universidad, asistí a una reunión en un retiro de oración situado a media montaña. Mientras escuchaba el sermón, sentí de repente una fuerte convicción de que Dios estaba conmigo. En aquel momento, llevaba más de diez años sufriendo una urticaria severa debido a una alergia que me provocaba un intenso picor cada vez que mi piel se irritaba. Recé para que Dios me curara. Más tarde, para escapar del calor, bajé a un arroyo en un valle de montaña. En cuanto sentí el agua fresca, percibí que Dios había curado mi alergia. Sobresaltada, salí del agua y me rasqué la piel, pero a partir de ese momento, nunca volví a tener urticaria.

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